Si reunís alguna de estas condiciones, preparaos para la batalla con vuestra pulsera repelente, la pomada, antihistamínico y sobretodo mucha paciencia.
Acabó de despedirse en la puerta, se llevó el reloj de pulsera al oído para saber si estaba andando —¡qué cosquillita fatal la de aquella pulsación isócrona!
Se había puesto la bata africana de sus noches de fiesta y sus collares y pulseras de santería, y no hizo durante la cena un solo gesto ni dijo una palabra de sobra.
Darcy cogió un libro, la señorita Bingley cogió otro, y la señora Hurst, ocupada principalmente en jugar con sus pulseras y sortijas, se unía, de vez en cuando, a la conversación de su hermano con la señorita Bennet.