Sin embargo, las necesidades de recursos descritas en el informe del Secretario General no pueden comprometer la decisión final de la Asamblea General.
El propio pueblo deberá adoptar la decisión final sobre la aprobación del proyecto de Constitución en el referendo que ha de celebrarse el mes próximo.
Evidentemente, la muestra no tiene por qué ser una decisión definitiva, pero debemos tener algún tipo de sistema de directrices para la rotación de los Presidentes.
El Tribunal está celebrando conversaciones con el Tribunal Internacional para la ex Yugoslavia antes de adoptar una decisión definitiva en cuanto al sistema de suma global.
Las decisiones del Consejo a ese respecto se tomarán por consenso, pese a lo que estipulen otras disposiciones del presente Convenio y serán definitivas y vinculantes.
El Relator Especial para el seguimiento de las observaciones finales estudiará esas respuestas, tras lo cual se fijará un plazo definitivo para la presentación del siguiente informe.
En relación con el inicio del proceso de desarme, desmovilización y reintegración, se decidió que el calendario definitivo se establecería al finalizar el seminario de Yamoussoukro.
En el proyecto de programa de trabajo y presupuesto se deberían determinar claramente las cuestiones que requieren la adopción de una decisión del Consejo de Administración.
En todos los casos, la decisión final recaerá sobre el Secretario General, teniendo en cuenta otros factores, como la distribución geográfica y la paridad entre los sexos.
Al sentarse en la otomana Pyotr Ivanovich recordó que Ivan Ilich había arreglado esa habitación y le había consultado acerca de la cretona color de rosa con hojas verdes.
Pero esta decisión tenía sus inconvenientes, y resolvió que no la adoptaría más que en el caso de que sus indagaciones sobre la ausencia de la familia del propietario fuesen negativas.
Pues a nada le temía tanto como a las decisiones súbitas y definitivas de su esposa, y estaba convencido de que siempre tenían origen en un sentimiento de culpa.
Bueno, esta mañana me dijo el jefe que después de consultarlo con la almohada, finalmente ha decidido echar a la calle a Marco, pero del dicho al hecho hay mucho trecho.
Por fin me decidí: iría a La Luneta y le pediría que intensificara sus contactos, que tocara todos los resortes necesarios para que las posibles clientas supieran que el negocio ya estaba en marcha.
Lo había soportado todo por esa convicción, había pasado por encima de todo aun en los negocios más sucios del amor, con tal de no concederle a ninguna mujer nacida de mujer la oportunidad de tomar la decisión final.