Lo bueno de esto es que es una tinta que va desapareciendo y cuando va desapareciendo va generando formas y texturas que no controlas tú y que juegas con las adversidades, ¿no?
Y es uno de los pocos lugares que quedó en Barcelona que se puede pintar libremente.
Por lo que, como decía, en 2004, prohibieron todo y blanquearon toda la ciudad, y muchas de la gente que vino aquí justamente porque se podía pintar en muros, se fueron, y de ahí empezaron a gestionar lugares donde sí se podía pintar.
Estamos en este mural, que es el mural más grande de Barcelona, pintado por un artista que para mí es una de las figuras más importantes del arte urbano en España, incluso a nivel internacional, que es aquí de Barcelona, y que se llama "Sixe Paredes", muchas veces conocido como "Sixe Art".
A Sixe empezó a pintar grafiti en los años ochenta y en los noventa muy rápidamente quiere evolucionar y busca otras técnicas, otras fórmulas de plasmar su arte en las paredes.
Y este mural le representa mucho porque es un mural que aporta mucho color y mucha luz en un espacio que lo necesitaba y donde el artista se ha inspirado en el entorno para pintarlo.
Un poco lo que pasaba antes, ¿no?
Para hacer el nexo con... Con el arte prehistórico de esta inspiración en el entorno para plasmarlo en un muro.
En este mural lo interesante también es que hay unas expresiones otras que están en el mural y no deberían de estar, que son los grafitis que están abajo.
No deberían de estar por respeto al arte que hay detrás, por respeto al mural, pero al fin y al cabo es una expresión natural, es el curso natural de que, al cabo de un tiempo, el grafiti vuelve y pisa lo que hay detrás, vuelve a su carácter de rebeldía y reivindicación y diciendo: "Este muro a mí me pertenece".
