Se han contado muchas leyendas sobre la gran guerrera Mulán.
Pero esta es la mía, ancestros.
Aquí está ella.
Como un incipiente brote, verde aún... ajena al peligro de la espada.
Si tuvierais una hija así, con su chi, con la energía ilimitada de la vida misma, que se expresa a través de todos sus movimientos, ¿seríais capaces de decirle que solo un hijo puede hacer uso del chi?
¿Que una hija se arriesga a la humillación, la deshonra y el exilio?
Ancestros, yo no fui capaz.
Por aquí.
Es la última.
Con cuidado.
