Eran las primeras horas del 5 de agosto de 1962 cuando la policía de Los Ángeles recibió una llamada desde el doce mil trescientos cinco de Fifth Helena Drive en Brentwood.
El psiquiatra de Marilyn fue quien la encontró.
Más tarde, su médico personal certificó lo impensable: Marilyn Monroe estaba muerta.
Cuando los agentes entraron, hallaron el dormitorio inusualmente ordenado.
Marilyn yacía boca abajo sobre la cama, con varios frascos de pastillas sobre la mesilla, y, según algunas versiones, un teléfono en la mano.
Algunos investigadores señalaron años después que ese teléfono no aparece en todas las fotos policiales.
Se cree que pudo haber sido movido entre tomas.
Años más tarde, periodistas e investigadores dirían que aquella escena parecía "demasiado perfecta, casi preparada para una fotografía".
La noticia se extendió por el país antes del amanecer.
El primer agente en recibir la llamada, Jack Clemens, contaría años después que la voz de la ama de llaves, Eunice Murray, sonaba "tranquila y casi ensayada".