Año 2013.
Diciembre, precisamente.
Dios, el tango, la vida, la danza en sí misma me invitan a trabajar en otro lugar, me llevan a Japón.
Luego de treinta y pico horas de vuelo y demás, llego a Tokio bastante ansioso, con muchas incertidumbres por donde estaba.
Y veo en el aeropuerto un cartelito y detrás una persona, un japonés con mi nombre y apellido, con lo cual me despierta una cierta efusividad, un cierto grado de entusiasmo que me acercan como para darle un buen abrazo y aproximadamente a dos, tres pasos de él, esta persona ejecuta el típico saludo japonés.
Una especie de reverencia con mucha alegría, pero con cierta distancia.
Ahí es donde me doy cuenta... de que la cosa no era tan fácil como yo quería.
Reprimo este deseo profundo de abrazar.
Con muy pocas palabras, esta persona me acompaña.
Nos vamos a tomar el tren.
下载全新《每日西语听力》客户端,查看完整内容