Hay pocos idiomas capaces de cruzar tantos mares, adueñarse de tantos territorios y sobrevivir a tantas transformaciones históricas como el español.
Un idioma que nació en un rincón del norte de la Península Ibérica y que hoy se escucha en desiertos, metrópolis gigantescas, selvas, archipiélagos exóticos y hasta en bases científicas perdidas en la Antártida.
Hoy te invito a recorrer, continente por continente, la ruta global del español, llegando a lugares donde muchos ni se imaginan.
Comenzamos donde todo empezó: Europa.
El español, o castellano, surgió en la región norte de la Península Ibérica, como una evolución del latín vulgar traído por los romanos.
Con el paso de los siglos, este idioma fue creciendo, expandiéndose hacia el sur durante la Reconquista y consolidándose como lengua principal del Reino de Castilla.
Posteriormente, con la unificación de los reinos bajo los Reyes Católicos Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, el español ganó definitivamente un papel central en la península.
Cuando hablamos de español en Europa, lo primero que pensamos es en España, incluyendo territorios extracontinentales como el archipiélago de las Islas Canarias, donde el español tiene algunos matices ligeramente distintos que comparte rasgos del español americano del cual hablaremos pronto.
También está el archipiélago de las islas baleares donde convive con el catalán.
Ya fuera de España encontramos otras regiones europeas donde, aunque no es idioma oficial, el español tiene una presencia real e importante, como es el caso de Gibraltar, territorio británico ubicado en el extremo sur de la Península.