La inteligencia emocional, también conocida como IE o CE, es la capacidad del cerebro para ver venir los sentimientos y luego usarlos, escuchar lo que tienen que decir, y gestionarlos eficazmente.
Las personas con mucha IE reconocen sus propias emociones y pueden identificarlas en los demás.
Esto les permite discernir entre diferentes sentimientos, ajustar sus estados internos y comunicar mejor.
Quizás el modelo más relevante de "inteligencia emocional" fue desarrollado por los psicólogos John Mayer y Peter Salovey quienes la definieron en 1990 como la suma de cuatro habilidades: percibir, usar, comprender y gestionar las emociones.
El percibir emociones es nuestra capacidad de detectarlas en rostros, imágenes y voces, incluso en nosotros mismos.
Es la base de la inteligencia emocional y hace posible cualquier otro procesamiento de información sentimental.
El usar las emociones es la capacidad de alinear nuestros corazones con nuestras cabezas.
Las personas emocionalmente inteligentes pueden percibir sus cambios de humor y como resultado, pueden cambiar lo que hacen para canalizar sus sentimientos de manera efectiva.
El comprender las emociones es nuestra capacidad de comprender las complejas relaciones entre los sentimientos.
Se trata de reconocer y describir cómo los estados de ánimo evolucionan y cambian con el tiempo.
