Hoy hablamos de los nombres propios.
Los nombres son interesantes desde el mismo acto de nombrar porque, que me corrija los expertos, pero debemos ser la única especie que tiene la necesidad de ponerles nombres a los demás y de aceptar uno como propio.
Quedate y vemos de donde sale esta manía nuestra de ponernos nombre y dos apellidos.
Lo que nosotros llamamos "nombre", el conocido como nombre de pila, el que dan los padres a los hijos, es el antropónimo, de ánthropos, hombre y onoma, nombre.
La expresión "nombre de pila" procede de la pila bautismal, porque este nombre es el que tradicionalmente se da en la ceremonia del bautismo que se realiza en esa pila.
La palabra apellido, por su parte, viene del verbo apellidar, del latín apelitare frecuentativo de "apelare", que significa "llamar" en castellano.
Y de este antropónimo tenemos la antroponimia, que es la disciplina que estudia el origen y el significado de los nombres.
¿y qué podemos aprender de esta disciplina?
El estudio de los nombres propios, y también el de los topónimos, los nombres de lugar, arroja muchísima luz sobre cuestiones históricas y sociales.
El nombre de un determinado pueblo o ciudad deja ver normalmente el paso de las civilizaciones que vivieron en él.