Pido disculpas por la crudeza de mis palabras, pero el tiempo es un lujo que los niños de Sudán no tienen y un lenguaje delicado solo sirve para traicionar su desesperada realidad.
Fijaos con la textura tan suave que ha quedado, os prometo que esta crema queda deliciosa, ya veréis cuando la probéis, así que, como ya lo tenemos listo, podemos pasar a montar el tiramisú.
A menudo se quedaba mirándola embelesada y le decía con ternura: – ¡Qué bonita eres, hija mía! Tus ojos son hermosos, tu piel es suave como la seda y tu cuerpo es frágil como una porcelana.