La misión observó que se habían retirado sistemáticamente las antiguas canalizaciones de regadío (canalones semicirculares de hormigón colocados encima del suelo).
Las condiciones sanitarias son sumamente precarias: 49% de los conjuntos reciben suministros de agua de pozos públicos, 30% de aguas superficiales, 20% del sistema hídrico canalizado y menos del 1% de precipitaciones pluviales.
La humedad producida por las lluvias intensas, combinada con las elevadas temperaturas registradas a lo largo del mes, provocaron un aumento de los casos de diarrea, al bañarse los niños en ríos y canales de riego contaminados.
Además tenían calzadas que las conectaban con los alrededores, acueductos que permitían traer agua dulce e incluso unos diques que permitían evitar las inundaciones.
Mejoraron la construcción de acueductos lo que permitió crear ciudades más grandes y crearon sistemas de caminos ¡algunos pavimentados y que perduran hasta la actualidad!
Hernán Cortés ordenó la destrucción de los acueductos para cortar el suministro de agua dulce y con sus naves impidió que la ciudad recibiera víveres a través del lago.
Solo unos días más tarde la sociedad parecía reconocer que la culpa no había sido enteramente de Katrina, que había habido un fallo en el sistema de canalización del agua del río Misisipi.