Acompañó a la temblorosa descubridora de fantasmas hasta el arroyo y le ordenó que cruzara el puente y penetrara en los dominios de las damas aullantes y de los hombres sin cabeza.
Todo el pueblo vio pasar al decapitado cuando un grupo de hombres lo llevaban a su casa, y la cabeza arrastrada que una mujer llevaba cogida por el pelo, y el talego ensangrentado donde habían metido los pedazos de niño.