Se decía que debía dinero en todos los comercios de la ciudad, y sus intrigas, honradas con el nombre de seducciones, se extendían a todas las familias de los comerciantes.
Destos escudos dos tocan a cada uno, y sobran veinte; los diez se den a estos peregrinos, y los otros diez a este buen escudero, porque pueda decir bien de esta aventura.
Decía siempre la mar. Así es como le dicen en español cuando la quieren. A veces los que la quieren hablan mal de ella, pero lo hacen siempre como si fuera una mujer.