Si bien la acción para el desarrollo debe ser local en gran medida, depende fundamentalmente —en nuestro mundo globalizado— del entorno económico externo.
Las restricciones a la libertad de circulación resultantes de la ocupación dificultan enormemente el acceso de las mujeres palestinas a la enseñanza y la salud.
Se ha registrado una nueva evolución profundamente preocupante, en la cual las milicias atacan con cada vez mayor frecuencia los campamentos de personas internamente desplazadas.
Graves problemas técnicos, tecnológicos y financieros agravan las consecuencias de los desastres en la infraestructura socioeconómica y el medio ambiente de los países en desarrollo.
Las graves repercusiones de los desastres naturales nos recordarán constantemente las duras experiencias y los críticos retos al desarrollo a que hacen frente numerosos países insulares.
Los recursos asignados a la financiación para el desarrollo todavía distan mucho del mínimo necesario, lo cual obstaculiza gravemente la aplicación de los principios contraídos hace tres años.
Nuestros corazones están junto a los infortunados estadounidenses y ciudadanos de otros países que perdieron todo, incluso a sus seres queridos, en la devastación causada por el huracán Katrina.
Más de seis decenios de bombardeos han contaminado sus aguas y playas, no sólo produciendo daños en la economía local sino también poniendo en grave peligro la salud de la población.
Esas aportaciones también han permitido hacer frente a las consecuencias de desastres naturales —particularmente la sequía, los deslizamientos de tierra y los terremotos— que obstaculizaban en gran medida el proceso de desarrollo.
La aplicación por parte de Israel de todas estas políticas y prácticas relativas a los asentamientos constituye una violación flagrante y grave del derecho internacional, en particular del Cuarto Convenio de Ginebra.
La escribió a mano, en papel perfumado y con tinta luminosa para leer en la oscuridad, y dramatizó sin pudores la gravedad del percance tratando de suscitar su compasión.
El doctor Juvenal Urbino conocía muy bien la entereza de su carácter, y estaba tan atribulado que lo aceptó con humildad como un castigo de Dios por la gravedad de sus culpas.
La directora de la Organización Panamericana de la Salud pidió activar las medidas más rápidamente " para seguir el ritmo de la ola actual, y adelantarnos a futuras oleadas, de este virus tan rápido y tan grave" .