Phillis Wheatley envió a George Washington un poema en el que presentó a Columbia como una diosa rubia que iba a ayudarlo desde el cielo en la guerra contra el ejército británico.
Todos los años, la india rubia solía llegar a las pulperías de Junín, o del Fuerte Lavalle, en procura de baratijas y " vicios" ; no apareció, desde la conversación con mi abuela.
Tenía una buena oportunidad para hacerlo, porque el tal Gilbert Blythe se encontraba absorto en la tarea de prender disimuladamente la larga trenza rubia de Ruby Gillis, que se sentaba delante de él, al respaldo del asiento.