De rodillas en el sofá, el médico está auscultando cuando se nota en la puerta el frufrú del vestido de seda de Praskovya Fyodorovna y se oye cómo regaña a Pyotr porque éste no le ha anunciado la llegada del médico.
Cuando volvamos, dentro de montones de años —le dije—, seremos ricos, con aviones y coches, y nuestros papás y nuestras mamás estarán tan contentos de vernos que no nos regañarán nunca más.
Fuimos de visita a la casa de una tía y no sé qué pasó, no me acuerdo, pero el punto es que mis papás nos regañaron y mi hermana estaba muy triste porque nos habían regañado y estaba enojada.