Eréndira, que no había podido parpadear, se quitó entonces las pestañas postizas y se hizo a un lado en la estera para dejarle espacio al novio casual.
Le pintó la cara con un estilo de belleza sepulcral que había estado de moda en su juventud, y la remató con unas pestañas postizas y un lazo de organza que parecía una mariposa en la cabeza.
Ya en tu casa, y después de haber puesto tu teléfono a cargar, decides empezar la tarea, así que abres todas las pestañas: la música, el traductor, el mail, la mensajería, tu agenda digital y un buscador.