Los maestros lo intentaban todo, incluso la súplica, pero Tomás tenía por costumbre dirigirse a ellos sólo en latín, lengua que dominaba con fluidez papal y en la que no tartamudeaba.
Pero él los despreciaba, como despreció sin probarlos los almuerzos papales que le llevaban los penitentes, y nunca se supo si fue por ángel o por viejo que terminó comiendo nada más que papillas de berenjena.
Mazarino, italiano que había llegado a Francia como delegado papal, y que después fue naturalizado, intentó llevar a cabo las políticas de Richelieu hasta su muerte en 1661.