Eso lo despertó: un llanto suave, delgado, que quizá por delgado pudo traspasar la maraña del sueño, llegando hasta el lugar donde anidan los sobresaltos.
Todo esto dijo sin parar la que tan hermosa mujer parecía, con tan suelta lengua, con voz tan suave, que no menos les admiró su discreción que su hermosura.
Y si te das cuenta de que alguien está sonámbulo, lo mejor para evitar que se lastime es, de manera tranquila, invitarlo a que regrese a la cama y guiarlo gentilmente.
" Aquí tienen el manto… Las prendas son ligeras como si fuesen de telaraña uno creería no llevar nada sobre el cuerpo, más precisamente esto es lo bueno de la tela."
No echaba de menos su cercanía física; la presencia de Ramiro había sido tan brutalmente intensa que la suya, tan dulce, tan liviana, me parecía ya algo remoto y difuso, una sombra casi desvanecida.