Ese tigre estaba hecho de muchos tigres, de vertiginosa manera; lo atravesaban tigres, estaba rayado de tigres, incluía mares e Himalayas y ejércitos que parecían otros tigres.
La mayoría eran señoras que llevaban vestidos de seda marrón con canesú cuadrado y remate de puntillas, tocadas con velos moteados, y que se negaban a dejar la ventana abierta.
He estado leyendo El Romance de los Tres Reinos, y es tal y como me dijiste: el engaño y la mentira son todo un arte, como los dibujos de la piel de una serpiente.